martes, 22 de octubre de 2013

La llamada

El teléfono sonó impaciente, en tan solo unos segundos, al ver tu nombre, me cambió el color de la cara; bajé la música para cogerte la llamada. Tu voz sonó dulce cual miel... ¿qué quieres? Me pregunté mentalmente. Cual es mi sorpresa de que necesitases escucharme, que necesitases saber si aún estoy para ti; el tiempo puede que lo cure todo, pero las heridas que tengo en mi corazón aún están sanando por la sangre que me derramaste.. aún así, aquí estoy, amiga.

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